Julián un prestigioso artista que en el pasado, había triunfado gracias a sus magníficos cuadros, ilustraciones que abarcaban toda una amplia gama de estilos y técnicas artísticas, se hallaba ahora en la desgracia en la que caen muchos artistas cuando dejan de estar en la cumbre, de ser reverenciado a caer en el olvido …Ahora tenía sus rivales. Ilustradores y dibujantes cómo el que ahora se hallaban dónde él debería estar; triunfando. Julián se encontraba vagando por las solitarias calles de Barcelona cansado de todo, deseando morir y acabar de sufrir el fracaso y el desprecio de los que antes le adoraban, con un cigarro que se iba consumiendo en su mano y una copa en la otra, se balanceaba sin rumbo fijo hacía su casa.

Cuando había dado la vuelta a una esquina, un destello de luz lo deslumbró e hizo despejar su mente para ver atónito, La perfección. Al final de la calle alguien le observaba. Apoyada en una esquina una figura femenina le había atrapado con su mirada. Su piel era blanca como la nieve, de cabellos castaños hasta la cintura que ondulaban seguidos del movimiento del viento. Sus curvas hacían de ella una mujer madura, aunque era menuda de estatura como una niña. No sabría definir su edad. Una boca sensual de labios rojos, la mirada de la misteriosa mujer, era como un imán que le atraía hacía ella, y sin darse cuenta se vio arrastrando los pies hacia su dirección. Sus ojos rasgados color miel le daban un toque misterioso a esa hermosa mujer que no sabía que hacia en un callejón sin salida, oscuro y de noche…

Llevaba un top de color rojo a juego con sus labios, que le cubrían apenas unos sensuales pechos y una minifalda negra que invitaban a la lujuria, un atuendo excesivamente provocativo para andar por la calle solas y menos de noche. Cuando sus ojos se cruzaron, el deseo creció en él. Julián tenía en frente la perfección. A la mujer con quien desearía estar eternamente y por supuesto plasmar en un cuadro tal perfección. No sería un cuadro, serian miles de cuadros e ilustraciones donde plasmaría su deslumbrante cuerpo, pero a la vez deseaba acariciar cada centímetro de ese cuerpo perfecto que. La deseaba, la quería poseer para él. Que fuera suya.

– Que hace una preciosidad como tú en un sitio como este – le preguntó -Buscar comida, mi alimento – le contestó ella, tranquilamente con una sensual sonrisa. Y aproximándose más a Julián le retiró el pliegue de la camisa y mordió su cuello, a la vez que le susurraba al oído

-Puedes servirme como alimento. O ser mío hasta el fin de los tiempos. -Julián respondió sin dudar, quiero la eternidad para tenerte junto a mí. Julián volvió a la cumbre, sus cuadros eran la admiración. Todo el que miraba sus cuadros, quedaban extasiados de la belleza de la mujer que se representaba en todos ellos.

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