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La mirada es el espejo del Alma.. Pero,  ¿y si no tienes alma?

Me encontraba sentada en el metro, mirando por la ventanilla y pensando en el futuro que se hallaba a una hora de camino. Me había inscrito como modelo en una de esas revistas de moda y lo que más deseaba era dedicarme a ser modelo y caminar por las largas moquetas de color carmesí que tanto veía en la televisión y tanta envidia sana me daban. Cerraba los ojos y me imaginaba desfilando en ellas, como una modelo  auténtica, no un sueño que se desvanecía luego en la oscuridad.

Tenía los nervios a flor de piel, un cosquilleo me recorría el estomago. Me miré por última vez en el espejo antes de que anunciaran mi parada de mi próximo destino. Fui al aseo a retocarme. Llevaba unas medias transparentes, los zapatos eran celestes a juego con la minifalda y el top que me cubría el pecho, dejando al descubierto el ombligo. Los labios me los retoqué con un tono carmesí y la sombra de los ojos color azul, un poco de maquillaje en la cara y un toque de colorete. Ya estaba lista. El pelo liso me caía sobre el pecho dejando que se ondulará en dirección al viento.

Mi viaje acababa de empezar, dejando atrás una vida pasada a la que no estaba segura de regresar…Mina, así me llamo. Dispuesta a recorrer un largo camino para ser lo que siempre he deseado.

Avancé despacio, en dirección a donde nos teníamos que reunirnos. De seis candidatas escogerían a tres. El sol me deslumbraba aunque pude ver algunas chicas esperando donde había indicado el director en el anuncio. No fue difícil de localizar. Se encontraba cerca en una plaza bien ubicada y conocida.

Caminé despacio y con elegancia, no quería parecer nerviosa y la primera impresión siempre dice mucho de una misma.

El Director, conocido como Riven era un hombre muy elegante, de piel pálida y cabellos negros, iba muy bien vestido con un traje de satén negro y blanco. Sus ojos atraían a cualquiera, eran de color miel y tenían un no sé qué, que al mirarlos te hipnotizaba solo de verlos, de ver su mirada.

Después de enseñarnos a las seis el vestuario y sus pertenencias, quedamos admiradas de cuantos vestidos había..todos preciosos, cada detalle, orquídea, pendientes o collares brillantes que relucían bajo nuestras expectantes miradas. Todas estábamos fascinadas de estar allí, bajo ese techo grandioso y con cada habitación que nos había enseñado, excepto una; la suya. Estaba prohibida la entrada.

Durante una semana de pruebas estuvimos las seis desfilando por las pasarelas, probándonos todo tipo de vestuario. Pero se acercaba el día en que solo tres seríamos las  elegidas para formar parte del mundo de la moda.

Riven se acercó a nosotras. No sé si era fruto de imaginación pero últimamente Riven no había parado de observarme. Y ahora había llegado el momento de la decisión final.

– Habéis colaborado todas muy bien pero solo una se quedará…si sé que se dijo que serían tres pero por falta de presupuesto de las seis quedará una.

Y observándonos a cada una, mirándonos con sus ojos profundos y oscuros pronunció el nombre de la elegida.

– Mina.Tú eres la elegida. Tú serás la que desfilará para mi en las pasarelas.

Casi no podía creerlo. Quedé en estado de schok, sin saber cómo reaccionar, ni que decir…Sólo recuerdo que me sentí feliz y muy emocionada.

Cuando las otras chicas se fueron, quedamos los dos a solas. Yo todavía me sentía anonadada y por otro lado satisfecha de haber logrado una de mis metas. Cerré los ojos para respirar y poder creer que era verdad. Riven con su mirada penetrante me dijo que le siguiera y guiándome me cogió una mano y me llevó a su habitación, a la que nadie podía tener acceso. Se trataba de una habitación que estaba a oscuras con la única luz de los focos encendida.

– Mina, desde la primera vez que te vi, supe que eras mía. ¿Quieres pertenecer a este mundo?, ¿desfilar para mí?.

– Sí, lo deseo. Quiero convertirme en una gran modelo.

–  Lo serás.

Entonces, un miedo se apoderó de mi ser y un deseo a la vez se apoderó de mi alma. Riven me cogió de la cintura hasta que nuestros cuerpos se unieron, nuestras miradas se cruzaron y al fin nuestros labios se fusionaron. Empezó por desabrocharme lentamente y con sutil elegancia la cremallera de mi vestido, cayendo este al suelo, así como yo en su brazos. Desnuda, me llevó a volandas hasta una cama mullida donde hicimos el amor con pasión y un deseo incontrolable. Lo habíamos deseado desde el día que baje del metro y me atrajo con su mirada. Su mirada me quitaba la respiración. Mi cuerpo y mi alma se entregaron a Riven con una pasión que no se puede describir con palabras, dejé mi cuerpo a su merced. Cada rincón fue suyo, cada poro de mi piel,  Me robó el alma. Me transformó poco a poco en lo que el era y en lo que el quería que fuera para él; su vampiresa. Su musa. La que desfilaba por y para él.

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