Despertó con el cuerpo dolorido por la resaca de la noche anterior. A su lado, un chico de facciones varoniles yacía en su cama. Miró el reloj de pared y empezó, o mejor dicho intentó levantarse y andar pero un ligero mareo la hizo deslizarse de un lado para otro como si fuera un pato mareado.
No recordaba como había caído rendido en la cama y quién era el chico que aún estaba allí. El ambiente aún podía notarse que estaba cargado del olor a alcohol. La casa patas arriba y con ropa tirada por el suelo; la suya y la de su acompañante.
Se miró en el espejo. Desnuda y empapada en sudor. Decidió darse una ducha para tener las ideas claras y la mente despejada, cuando una mano la asió hacía ella, cuando entraba en la bañera, rozando sus cuerpos desnudos…
El joven se encerró con ella en la ducha, dejando que sus cuerpos mojados por la presión del agua, le hicieran recordar.
-¿Me recuerdas ahora? – preguntó con su sonrisa pícara.
-Te recuerdo – respondió – mordiéndose el labio inferior.
Abrió los ojos de par en par y recordó. Recordó a aquel chico que anoche prometieron que ella sería suya. El necesitaba alimentarse. Ella prometió ser su alimento. De su placer el vivía. A cambio de la inmortalidad.
Si dejará algún día de alimentarlo, no solo el moriría, sino ella también. Ella perdería la inmortalidad y se convertiría en una mortal fallecida…así eran las cosas.
Debajo de los chorros de la ducha, gemidos se hundieron sin ser oídos…Absorbiendo cada poro de su cuerpo que le proporcionase placer para obtener de ella la energía; su alimento.
Brutal. Sigue así
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Gracias, Rubén.
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Fascinantemente sutil
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Tal vez haga una continuación de este «posible relato». Tengo que pensar…
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