Sentada en el borde de la ventana de mi habitación, a solas con mi guitarra. Mis dedos intentan bajo el silencio de la noche nocturna tocar los acordes para que suene la canción: Don’t woman, don’t cry… De todas las canciones ésta me había llegado al alma desde el día en que la escuché por primera vez de la voz de Bob Marley.
Cerré los ojos e intenté saborear aquel momento de relax. Apoyada en el marco de la ventana, abrí los ojos lentamente para contemplar la hermosa noche que me rodeaba. Sin más, como por arte de magia mis dedos empezaron a tocar. Bajo un silencio angelical unas notas se oían por solo aquellos que por un breve instante alabaron en un silencio mágico el alma de quien fue su ídolo.
Al terminar, contemple mis manos, acaricié la guitarra y comprendí que allí afuera existía un mundo muy grande, repleto de diferentes culturas pero todas ellas con un mismo lenguaje con el que comunicarme; la música.
Gracias a Don’t woman, Don’t cry convertí lágrimas en sonrisas. Con mi guitarra a cuestas mi mundo se convirtió en una aventura cada día. Explorando, navegando y surcando mares junto a mi guitarra. Mis lágrimas desaparecieron.
Don’t woman, Don’t cry
Me ha gustado y me gustaría invitarte a que realizaras un post para mi blog: https://nosotroscreamoshistorias.wordpress.com/ (ahí queda :-D) Un saludo.
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Gracias Angel; se hace lo que se puede 🙂
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