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E aquí me encuentro de nuevo. Sentada en mi escritorio mirando absorta la hoja en blanco que se debe escribir. En mi mano, mi pluma reposa para que empiece a escribir la carta que hace tiempo debió ser escrita y el coraje me lo impidió. Levanto la cabeza y me digo a mi misma – Ahora o nunca –

Me presento;

Mi nombre es Sandra. Dudo que haya oído hablar de mí, al igual que yo de usted. Nunca he escrito carta alguna a alguien que para mí sea un desconocido, al no saber de su existencia. Como comprenderá, me resulta difícil, porque lo es, escoger las palabras adecuadas ante alguien que no conoces más que por lo poco que antaño me contaron.

Tengo muchas preguntas y dudas, tal vez muchos de esos «por qués» queden como preguntas sin respuestas. Pero a mis doce años, necesito saber que por lo menos he hecho el esfuerzo de intentarlo. Para ello, creo que primero usted debe conocerme a mí, saber de mí. O eso creo yo.

A través de estas líneas puede que descubra en mí una faceta que pueda resultarle singular e incluso peculiar, o tal vez me equivoque y simplemente me vea como la típica adolescente guiada por el misterio de escribir a alguien a quién no conoce; pero no es mi caso.

Mi madre que en paz descanse, me hubiera apoyado, tal vez, en esta difícil decisión de escribirle. Ahora mismo, estoy viviendo bajo el techo de mi madrina. Una buena mujer; mi tía. Es la que me ha apoyado a decidirme a escribir esta carta que pronto le será entregada a sus manos.

En estos momentos, por la ventana se oye el ruido de la lluvia caer sobre la repisa de la ventana, mientras intento escribir a una persona de la cual desconozco su nombre y de lo que es o ha sido su vida durante todo este tiempo. Cuando veo la lluvia caer, me recuerda en ocasiones a las lágrimas derramadas, ocultas por un velo que todos intentamos no enseñar al mundo exterior.

Si quiere ponerse en contacto conmigo, mi puerta está abierta a todos esos «porqués» de los que antes le he hablado. Ahora bien si no quiere contestar o saber de mí. Tan solo , no lo haga. Nadie está obligado a nada.

Me quedo con la conciencia tranquila, al saber que le transmito este mensaje. Haz lo que usted crea oportuno.

Atentamente.

Su hija.

 

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