Un Nuevo Año empezaba y con él una magia misteriosa albergaba en el interior de un baúl olvidado. Lucy había heredado el baúl de su abuela sin ser consciente que conllevaba un poder muy grande y poderoso.

En ocasiones su madre hablaba de ella. Lucy no tuvo la suerte de conocerla en vida, falleció cuando era una niña y pocos fueron los recuerdos que pudo almacenar en su mente. Así que cada vez que escuchaba hablar a su madre de su abuela, Lucy prestaba mucha atención.

Su madre recordaba a la abuela como una persona que adivinaba las cosas. Recordaba como casi siempre había adivinado cosas que sucederían e incluso cuando ésta se puso enferma… – siempre se había considera una bruja aunque lo decían a modo de risa – Nunca supo hacer salir a la luz su verdadero yo.

-¿Cómo era la abuela, mamá? – se atrevió a preguntar Lucy en un momento de reflexión

-Tu abuela – una mujer menuda. Peculiar y con unos rasgos algo poco característicos en una mujer de su época. – De hecho, solía adivinar lo que sucedería e incluso, mirando a los ojos de alguna persona podía ver en ella su bondad o su maldad. Y no se equivocaba. – Se consideraba medio bruja – aunque, claro está – y mirando a Lucy le dijo – las brujas o videntes, no existen.

Lucy asintió – pensando en las palabras de su madre. Aunque no creía estar de acuerdo con lo dicho, prefirió guardar silencio ¿Y si su abuela en realidad fue una vidente en vida?, ¿porqué nadie creía o quiso creer en esa posibilidad.?

-Hija mía – le dijo su madre mirándola con una dulce sonrisa en sus comisuras.

Lucy la miró sin comprender…

-¡Acompáñame! – Ahora que ya tienes edad – tu abuela te dejó una cosa antes de fallecer.

Lucy se dirigió acompañada por su madre a su habitación donde de su cómoda extrajo un baúl lleno de accesorios desconocidos y una carta asomaba cuyo papel se encontraba roído y amarillento por el tiempo.

-Te dejo a solas – entregándole el baúl con todos los objetos y la carta aún por leer.

Lucy se fue a su habitación. Algo en su interior empezaba a surgir. Estaba emocionada por saber de la que fue su abuela y también con algo de temor en sus venas, sin comprender el porqué de las palabras de su madre.

Se encerró en su habitación y encendiendo un incienso, como muchas otras noches hacía para relajarse, empezó a mirar todos aquellos objetos y de entre las piedras y demás, encontró un collar. Brillaba ante sus ojos color miel, llevaba el símbolo del infinito y sin pensárselo se lo colocó alrededor del cuello con delicadeza, tocando con las yemas de sus dedos aquel amuleto que tanto significó para su abuela, ahora lo llevaría ella.

Miro la carta con bastante intriga. Sus manos la sostuvieron un rato – sus manos temblaban ligeramente por la emoción por lo que contuvieran sus palabras. Empezó a leer de esa hermosa letra pequeña y cursiva de puño y mano, lo que nunca llegó a imaginar.

Querida Lucy,

Sabía que al nacer de el vientre de tu madre una hermosa niña nacería y que su nombre sería Lucy, mi nieta.

Te escribo mi querida nieta sin poder llegar a conocerte en este mundo; el de los mortales. Te escribo desde el alma. Me encuentro en mi lecho de muerte, mientras acaricio la la barriga de tu madre que pronto romperá aguas y nacerás.

Me gustaría contarte muchas cosas en vida, pero como no podrá ser, te dejo en tus manos mi cofre en el que he guardado cada objeto que ha formado parte de mi existir y un pequeño diario donde te explico de mi existencia en este mundo y sobre todo te narro detalladamente a que peligros te enfrentas.

Lucy, has heredado un poder muy grande y muy peligroso que conlleva una misión que tan solo tú puedes resolver. Y esa misión conlleva una responsabilidad que tan solo tú podrás hallar.

Al leer estas líneas te preguntarás de qué estoy hablando. Estoy hablando que dentro de tu ser habita un don que yo poseía pero no pude sacarlo todo a la luz.

El día que oigas hablar a tu madre de mí, lo entenderás. Tenía la habilidad de comprender la magia blanca pero nunca pude eliminar a quienes utilizaban la magia negra. Por ello, también adivinaba las cosas que sucederían.

Lucy, tú eres la única que puede destruir a Los Magos de la Oscuridad.

Busca la espada que terminará con ellos. Nadie ha podido cogerla. Sólo tú tienes la fuerza, sólo tienes que hallarla en tu interior. Encuentra tu fuerza oculta.

Mi Lucy, eres inmune a cualquier magia Negra que se te ponga en el camino. No estas sola. Los Magos Celestiales estarán contigo en todo momento, al igual que yo. Tu inmunidad hará que los Magos de la Oscuridad lleguen a temerte y desaparezcan.

Tu abuela.

Lucy dejó reposar la carta en sus rodillas, intentando analizar lo que su abuela le había contado.

No sólo había confirmado que su abuela era vidente, sino que ella había heredado su don, aún más poderoso de lo que fue antaño su querida abuela. Inmune a cualquier magia. Se hacía un montón de preguntas – Por otro lado Los Magos Celestiales y los Magos Oscuros – ¿Quienes eran?.

De tanto dar vueltas a su cerebro, termino tumbada en la cama, exhausta, mientras sus párpados veían cómo se cerraban lentamente, quedando completamente dormida. En una de las manos sujetaba el collar del infinito, mientras encima de su pecho reposaba la carta.

Transcurridos unos días tras la noticia que su abuela le había dado, su mente empezó a pensar de manera diferente, con el afán de saber más de sí misma y de ese poder oculto que tan convencida estaba que hallaría, sabiendo que tenía el apoyo del Espíritu de su abuela.

Fragmentos venían a su mente, los percibía simplemente al notar por ejemplo una brisa de aire, como si alguien o algo se lo susurrara al oído

-Tus alas, aunque invisibles. Te hacen volar. Tú puedes lograrlo – le animaba la brisa.

Por otro lado cuando la tormenta retumbaba contra los cristales de su habitación, una pequeña voz la despertaba susurrándole: «Quién entra en el mundo de la magia negra, muy pocos han sabido o podido salir de el.» – la despertaba sin más.

Esa noche se quedó despierta y al no poder dormirse se irguió y fue a abrir el baúl de su abuela, para encontrar alguna pista de esas voces o sonidos que percibía sin mas. En él, encontró un cuaderno – diario lleno de notas que su abuela antaño escribió.

Toda bruja trabaja alguna vez en su vida con la magia negra, algunas veces se tienen que pisar terrenos oscuros, terrenos de sombra y muerte. A veces con el afán de ayudar también se camina por el lugar a donde la magia negra trabaja. No es complicado entrar a ese mundo, lo difícil es salir y en cierto punto, encontrar el equilibrio.

Leyó el párrafo, hasta analizar cada palabra de sus escritos. Cerró el libro de notas, cuando oyó a su madre llamarla para la cena

-Lucy – ¡La cena esta lista! – le hizo saber su madre desde la cocina

-Voy enseguida, mamá… – respondió sin darse cuenta de lo concentrada que se encontraba.

Cenó en silencio, pensando en cómo era posible que no hubieran dado cuenta del poder de la abuela. Lástima que no hubiera podido conocerla en vida. Ella sí la hubiera creído.

-Lucy – ¿Te encuentras bien? – le preguntó su madre, pensando en si había hecho lo correcto en darle las pertenencias de su abuela

-Sí, si… – me encontraba pensativa.

-Últimamente lo estás bastante más de lo habitual. – ¿te preocupa alguna cosa? – insistió, de nuevo su madre.

Cuando terminaron de cenar, Lucy ayudó a recoger la mesa junto a su madre.

-Mamá – ¿alguna vez te has sentido diferente?

-En qué sentido – dijo dubitativa su madre, mientras la miraba de reojo – preocupada por aquellas preguntas y respuestas que durante días habían merodeado por la mente de su hija.

-Lo único que sé, es que últimamente te encuentro diferente… – Prosiguió su madre, antes de ser interrumpida – y me hace estar preocupada. Tal vez no estabas preparada para tener lo que heredaste de tu abuela. Tal vez no debí, no debiste saber cosas de tu abuela que te pudieran dañar al oírlas hablar de ellas.

-¡Mamá! – tú puedes tener tus dudas acerca de lo que no debiste contarme o decirme o darme – empezó a hablar con rapidez . – Pero – y mirando a los ojos a su madre le reprimió – lo que no entiendo es – ¿Porqué ignorar que la abuela era una vidente, o cómo quieras llamarla.?

-Lucy – tal vez porque nos daba miedo el mero hecho de que tu abuela pudiera adivinar las cosas y que las transmitiera a algún miembro de la familia. Y ahora por favor, Lucy – ¿podrías dejarme a solas?.

-Lo siento, mamá. No era mi intención.

-No lo sientas. – le respondió, mientras reposaba con firmeza sus manos en la encimera, mirando a un punto lejano.

Mientras oía que su hija subía los peldaños que la conducían a su habitación. Pensó con temor en la posibilidad de que su hija, Lucy, hubiera podido adquirir las habilidades de su abuela. El motivo que defendiera tanto el don que su abuela poseyera en vida, era algo que la había sobresaltado y la había dejado pensativa ante esa pequeña posibilidad.

Por la noche Lucy tuvo sueños un tanto extraños en la que aparecía en bosque donde dos caminos aparecieron ante ella. ¿Cual escoger?. Ambos parecían iguales, podrían llevarla por distintos caminos o tal vez se unieran en el mismo. Cuando empezó a dar sus primeros pasos hacia uno de ellos, el ruido de un trueno en la lejanía la hizo despertar.

-Se acerca una tormenta – se dijo aún acalorada por el sueño tan extraño que tuvo..

Decidió levantarse para mirar el diario de su abuela. De alguna manera encontrar alguna pista. Los ojos de Lucy, atentos a cada palabra intentaban analizar cómo poder hacer frente a los Magos de la Oscuridad y si había Seres Celestiales, ¿Donde se encontraban? – releyó varias veces aquellas palabras que eran nuevas para ella con el fin de poder entenderlas.

Los dos tipos de magia interactúan con las mismas entidades, con los seres elementales primarios (aire, agua, tierra y fuego), también con algunos secundarios; en la naturaleza existen otras entidades, incluso podríamos decir que existen seres semi humanos ya que seria absurdo pensar que todas las criaturas son parecidas a los humanos o que quieren llegar a ser como nosotros.

Por donde quiera existen organismos vivos y lo mismo pasa con el mundo espiritual; en cualquier parte podemos encontrar a seres de los cuales servirnos; si controlamos el aire, posiblemente podamos hacer que nuestras palabras sean arrastradas hasta los oídos de quien queramos que nos escuche, y así podríamos usar a cada uno de estos seres para cumplir algún propósito.

En la magia negra, se trata exactamente con las mismas entidades, sin embargo, lo que cambia es nuestro propósito, el mago negro se encarga de usar a las entidades para propósitos que lo benefician a él, es muy parecido a la Goecia (magia que actúa desde el egoísmo), solo que la magia negra no solo termina al alcanzar un fin, su propósito es pervertir a los elementales con los que se trabaja, tomar su parte oscura para que actúen de manera mas rápida y violenta sin importar las consecuencias.

La magia blanca y negra, es un reflejo una de la otra, la magia blanca actúa desde la consciencia, la voluntad y lo moralmente permitido por los hombres, mientras que la magia negra actúa desde un punto oscuro, en donde el dolor, la desesperación y el sufrimiento se adueñan del practicante y este lleva a las entidades a ese lugar y desde ahí trabajan, por venganza y no por amor, por indiferencia en lugar de lealtad, por castigo en lugar de sanación.

Cerró el diario y entonces lo comprendió. No hacía falta que buscará nombres de personas o personas en sí. Los Magos de la Oscuridad así como los Seres Celestiales habían estado y están a su alrededor…

Cerró los ojos extendiendo las palmas de las manos hacia arriba y cruzando las piernas de sus labios empezó a invocar a las entidades Aire, Agua, Tierra y Fuego. – juntemos nuestras fuerzas para que Los Magos de la Oscuridad no se reflejen ente nosotros.

La brisa del aire empezó a surgir por el ambiente y empezó a sentir cada elemento en su habitación. En su interior algo hacía salir a la luz. Un poder misterioso y oculto que su abuela mencionó.

-Has heredado mi don , Lucy – recordó las palabras de su abuela.

Al amanacer, emprendió un largo camino hacia el bosque soñado. Encontrar el camino que la condujera a la sonsacar la espada que clavada aún permanecía. Anduvo un largo trecho donde el aire la acompañaba en todo momento y el agua en abundancia habitaba en la naturaleza.

Lucy encontró una cueva donde poder reposar y guarecerse de nuevo – Parece que vuelve a tronar – arrugando el entrecejo.

Una tormenta parecía acercarse. Cuando entró en la cueva, ésta estaba oscura y desierta. Solo una pequeña luz al final parecía brillar. Con pasos cautelosos fue acercándose más al lugar. Dando lugar a una roca donde clavada estaba la espada.

-¡Oh! – Exclamó.

Su ojos miraban en todas direcciones para ver que ningún peligro la acechaba. Cuando dio un primer paso unas llamas de fuego cobraron vida a a su alrededor.

Pensó en el mar, en el agua abundante de la naturaleza y con una mirada profunda hizo apagar las llamas, pudiendo acercarse a aquella sagrada espada que clavada había permanecido quien sabe cuánto tiempo…Se agachó ante ella con profunda admiración y respeto. Entonces empezó a acariciarla con las yemas de sus dedos para comprobar que era verdad. Que no estaba soñando. En verdad estaba allí, junto a la sagrada espada que nadie había podido coger.

¿Sería capaz ella de sostenerla? – solo hay una manera de saberlo.

Se armó de valor, respiró hondo y con ambas manos intentó desterrar de la roca la espada. Cual su su asombro de que la punta de la espada se iba soltando a medida que Lucy, concentrada, la despegaba del suelo.

La miró, hermosa y brillante. E intentó elevarla – Lo había conseguido.

-Yo, Lucy. Te bendigo con la Esperanza de que sólo abunden los Seres Celestiales en esta Tierra. Que el odio, la tristeza y el mal desaparezcan de esta tierra. – Prosiguió – Yo Lucy, a vosotros me dirijo, Magos de la Oscuridad. Sé que estáis intentando evitar que el mal desaparezca de esta tierra, pero soy inmune a vuestros poderos. – No tenéis el poder sobre mí, sobre nosotros. Alejáos, Desapareced!

Dicho esto un radiante sol apareció, haciendo desaparecer a la tormenta.

Los aullidos del vendaval en brisa se convirtieron.

Lo había conseguido. Miró al cielo y pensó en su abuela. Sabía que desde un punto no muy lejano la estaba observando. Tal vez, estaba a su lado, sin que la pudiera ver, pero sí sentir.

-Sabía que lo conseguirías – le susurró una cálida voz mientras a casa se dirigía.

Lucy se paró en seco, Su abuela le había susurrado al oído.

 

Anuncio publicitario