Cada día que pasaba, David esperaba con ansia a que regresara. Encendía un cigarrillo y sus pensamientos se centraban en el por qué se tuvo que marchar. El la amaba de verdad. Transcurrieron días, semanas y meses y ella no regresó. Muchos, incluso, le dieron por muerta. Pero David albergaba una pequeña esperanza, de que en algún lugar se encontraba y que regresaría, tarde o temprano.
Han transcurrido dos años desde entonces y David sentado en el porche recuerda cómo llegó a conocer a Candy; la chica con la que quería pasar el resto de su vida.
Candy era esa joven que con su faceta de simpatía y jovialidad enamoraba a cualquiera. Su sonrisa y ganas de vivir nuevas experiencias, era como un manantial del cual se podía oír el cántico celestial de su risa.
Se conocieron en una fiesta, donde chicos y chicas asistieron al ser un evento gratuito. Algunos iban con amigos, o en bandas; en cambio otros, iban por su cuenta, en solitario como David. Cuando sus ojos se posaron en las de una chica que se encontraba bailando en el centro de la pista. Bailaba al son de la música y su sonrisa iluminaba la pista entera. Sus cabellos rubios y ojos grises hacían de ella una joven hermosa con una jovialidad dentro de sí, que atraía a todos.
Al volverse sus ojos se encontraron y a partir de esa noche Candy y David empezaron a tener una relación. La luna llena iluminaba la noche, testigo de un futuro amor, no muy lejano entre ambos. Ambos vivían en el barrio, pertenecían a familias humildes. Los vecinos del barrio se conocían entre ellos y veían en ellos la pareja perfecta.
Una noche Candy salió con una amiga suya de toda la vida. Confiada por Tanya, la condujo por un camino que le desvió por completo. Tanya le presentó a unos amigos suyos. Al principio todo iba bien hasta que Candy empezó a beber más de la cuenta y sentir el placer de la noche.
Tanya y sus amigos le enseñaron otras formas de divertirse a parte de tener una pareja estable con la que salir. Le enseñaron los caminos oscuros. Donde el beber de más y el fumar formaron parte de una noche alocada en la que Candy demostró tener oculta una faceta que nunca había demostrado tener.
Después de esa noche, David empezó a ver distinta a Candy. A verla salir mas a menuda con su amiga y cuando salía con Tanya, oírla llegar a altas horas de la madrugada y oliendo a alcohol. Con David, parecía estar distante, como si estuviera pensando en otras cosas o en otros….
Las dudas empezaron a hacer mella en David. Quien una noche, cuando Candy pretendía salir con Tanya. David cruzó la línea de la confianza y decidió espiarla.
Para bien o para mal, pudo ver con sus propios ojos como la chica a la que conocía, se convertía en otra estando con los demás. Aquellos con los que su amiga le había presentado. Escondido tras las sombras, para que no le vieran pudo ver cómo su Candy, su novia, con unas copas de más empezaba a besarse con los demás…Y los placeres y diversiones de la noche fueron más allá de la realidad.
David no aguantó más y cuando se dispuso a irse del local, Candy lo vio. Ambos se miraron y esa noche fue la última en que la vio por última vez.
Ella intentó ir a su alcance pero iba demasiado bebida para alcanzarlo. Al día siguiente Candy comprendió que no podía regresar al lado de David. Decisión de la cual ahora pasados dos años, se arrepiente de no haber podido intentar solucionar; la adicción al alcohol, al sexo y a las drogas la condujo por otros caminos. Caminos que la separaron de David.
Ahora, caminando por el que fue su barrio. De regreso se encontraba. Sabiendas que David nunca le perdonaría, al menos quería que supiera que estaba viva, que había regresado, y dejado atrás el oscuro camino por el cual le condujo su amiga y que ella se fue.
Al cruzar la acera se vieron y un cúmulo de sentimientos invadieron sus mentes. No se dijeron nada. Sus miradas lo decían todo; no hacía falta las palabras. La esperanza de David de verla con vida, le bastaba para que su alma estuviera tranquila.
El tiempo dirá si hay o no un futuro entre ellos dos…