Vivimos en una colmena. Nos encanta la miel, aunque todos nos temen cuando nos ven. Los humanos, huyen despavoridos cuando se encuentran con alguna de nosotras, aunque tengo que decir, que quienes les tememos somos nosotras. Nuestra única defensa, nuestro aguijón.

Por eso nos resguardamos en nuestra colmena. Allí sabemos que estamos a salvo. Para ellos suponemos un peligro. Cuando únicamente lo que deseamos es hacer nuestro trabajo. Buscar alimento en el néctar y polen de las flores, proteger nuestra colmena, que con tanto trabajo hemos construido y vivir en comunidad. Nuestra meta es que cada generación sea más fuerte.

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