Desde una prudente distancia, una observadora de los hechos que sucedieron a continuación, pudo permitir sentir una sensación de que sí realmente existe y nos rodea un karma en todos nosotros. Para bien o para mal. Las deudas del karma acaban, en algún momento de la vida por reaparecer en nuestro universo y darnos una sabia lección.

Ya de pequeña te enseñaron a anhelar y ser dueña de un Imperio. Anhelabas de jovencita conocer a ese hombre que te cambiaría la vida; y así tú misma lo conseguiste. Con tus armas de mujer, Pilar entró a trabajar de secretaria en un concesionario, con una sola finalidad. Llegar a ser la dueña y señora de quien tenía el poder.

Lorenzo, un atractivo hombre, de amplios modales y sonrisa falsa. Amaba una de las cosas en las que siempre se fijaba. Las mujeres y la buena comida. No le faltaba de nada. Era rico, poseía un gran concesionario, fruto del esfuerzo y sudor de la frente de su padre. Aunque eso, no iba a decirlo. Podía poseer lo que quisiera. Tenía una vida de alto rango. Solo le faltaba una esposa. Aunque tenía una debilidad; la bebida.

Al ver a Pilar, encontró a una posible candidata para ser su esposa. Poseía las cualidades de las mujeres que a el le gustaban.  Era bonita, se movía con encanto. En sus ojos veía las ansias de poder y de algo más…Sus movimientos le indicaban que Pilar no había venido expresamente a trabajar. En ella el poder se reflejaba en sus ojos. Se movía al caminar, al son de su caderas, dejando siempre a la vista sus exuberantes pechos, que sin necesidad de palabras, lo decían todo.

Unos meses tarde Lorenzo y Pilar contrajeron matrimonio, llevando en su vientre a su hija. Un matrimonio que daría sus frutos, aunque alguno de ellos; amargos.

Vivió una gran vida, mirando siempre por encima del hombro a las demás personas que pasaban por su lado, olvidando que ella también fue como ellas. Siendo y sintiendo superior a los demás.

De la vida, había aprendido a amar el dinero, la fama y el poder. Al ser poseedora de grandes casas y rodeada de lujos, nunca pensó que en un futuro, de sus manos, se escurrirían las pulseras de oro y diamantes que cada día lucía.

Cuando el poder se vuelve contra ti, Cuando el oro que posee tu cuerpo, con el tiempo pierde su color. Cuando el velo de tus ojos, por fin, se ve descubierto. Durante todos estos años Pilar había sido feliz, pero sin conocer ni saber qué era el amor. Dícese que el dinero no da la felicidad.

El que era su marido, escogió otras carnes que saborear por las noches, incluso el cuerpo de su propia hija. Llegaba a altas horas de la noche, bebido. Con dinero hacía recompensar a ambas mujeres. Silenciando lo que ocurría bajo las paredes de la casa.

Más tarde, Lorenzo perdió dinero, vio como el concesionario de coches se escurría de sus manos. Pilar empezó a dejar de ser feliz, su vida había cambiado demasiado desde el día en que contrajo matrimonio. Demasiados secretos había ocultado bajo su sonrisa falsa, todo por las ansias de el glamour y el dinero que la rodeaba.

Lorenzo y Pilar se divorciaron. Ahora sin dinero, sin trabajo, sin experiencia en ningún ámbito, en las sombras se encontró. A su cargo, una hija adolescente, que había aprendido a recibir dinero de su padre a cambio de noches de placer…

 

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