Todos aquellos que habían jugado con ella, habían perdido. La llamaban la dama del ajedrez. Su mirada, cautivadora, se encontraba mirando el tablero. De labios carnosos y jugosos, atraía a los hombres con suma facilidad. Sus movimientos eran rápidos y seductores. Con apenas una fina tela que le cubría parte de sus exuberantes pechos, dejando uno a la vista de su adversario.
Como si no se hubiera percatado de su desnudez, siguió moviendo las piezas y eliminando con facilidad cada una de ellas, Sabía que iba ganando, que había conseguido desviar la mirada de su adversario a su implacable sensualidad. Lo tenía atrapado, como una araña atrapa a su presa en su telaraña.
Sabía que tenía el poder. Ganar era fácil con los hombres. Sus adversarios eran grandes jugadores, pero su presencia les desconcertaba. Jaque mate
Tu relato es tan poderoso como la imagen que lo acompaña, Neus. Saludos
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Muchas gracias, Alejandro!. La imagen me inspiró.
Saludos!
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