Manuel se encontraba, un día más, en el metro, de regreso a casa. Absorto en sus pensamientos, pensaba en la vida que llevaba. Agobiado y asfixiado de vivir entre la vida y el tiempo. Cansado de vivir una vida de trabajo agobiante, para ganar un miserable sueldo, para su familia. El recorrido del trabajo a casa, siempre se hacía largo.
Tenía que levantarse muy temprano, cuando su esposa aún se encontraba dormida, para poder llegar a su hora. Y el regreso a casa se hacía eterno. Cansado, después de ocho horas sin parar, y a veces éstas se alargaban, con poco tiempo para comer.
Manuel estaba cansado. Cansado de no poder vivir una vida plena, gozar de la vida en familia, compartir vivencias junto a sus hijos. Pero el tiempo en el trabajo no se lo permitía, como el deseaba. En alguna otra ocasión, había planteado cambiar de trabajo, pero se encontraban en tiempos difíciles y aunque quisiera, no podía dejarlo.
Siempre ente la vida y el tiempo. Luchando por una vida mejor, mientras el tiempo vemos pasar.
El tiempo no se detiene y la vida sigue su curso.