Hace muchos años atrás, en la historia de la Humanidad. Cuando los hombres y mujeres empezaron a habitar la tierra, un manifiesto sellado por la orden del Supremo, comunicaba que los 20 líderes, conocidos como los ángeles Vigilantes serian los encargados de bajar a la tierra, para controlar la vida en la Humanidad.
Nunca se hubieran imaginado que al bajar a la Tierra, éstos fueron seducidos por las mujeres, incumpliendo una de las órdenes más graves; enamorarse y procrear con ellas.
El caos empezó a reinar en el otoño, cuando el Supremo se enteró. Castigando a los ángeles que habían incumplido con la norma. Se les llamó los ángeles caídos. Desterrados y conducidos a una cueva oscura de la cual están prisioneros.
Una nueva generación empezó a surgir. Las madres intentaron ocultar la verdad a sus hijos cuando estos fueron mayores, su altura terminó por delatarlos.
Minerva era hija de un ángel caído y su madre, humana. Desconocía el paradero de su padre, así como que era diferente a las demás. Había heredado el aspecto humano, pero cuya fuerza y poder aún no se habían desarrollado, hasta ahora.
-Madre – le llamó
-Dime, Minerva – respondió Tanya desde la cocina
-¿Soy una de ellos? – le preguntó con el ceño fruncido
-Ven a la sala – le instó su madre
Su madre sabía que había llegado el momento de que su hija supiera la verdad, que hasta ahora había podido ocultar. Pero ahora corría el peligro de que no supiera dominar sus poderes y se volviera peligrosa. En sus venas corría sangre humana y sangre de ángel caído.
-Minerva – nunca te he hablado de tu padre. Tal vez por miedo. – Tu padre es un ángel caído.
-¡Que! – se sobresaltó. – Entonces, soy una de ellos…
-Pero has sido diferente a ellos. Tu forma ha sido humana y lo sigue siendo. Pero tus poderes empiezan a surgir de tu interior. Y debes aprender a controlarlos.
Minerva no podía creer lo que estaban escuchando sus oídos. Tenía en su mente muchas preguntas, sin respuestas. Conocía muy bien la historia de los Ángeles Caídos y de los hijos que engendraron con humanas. Pero nunca en la vida, hubiera imaginado que ella fuera uno de ellos.
-Minerva – su madre la devolvió al presente. – Sé que tienes muchísimas preguntas.
-¿Como se llamaba mi padre? – preguntó
-Semyazza.
-¡Lo mataré! – dijo exaltada
-Minerva, aunque quisieras, no podrías. Ellos poseen la Eternidad. Además – prosiguió – No puedes matar a tu padre, aunque quisieras, porque yo, todavía le amo. Nuestra relación se basó en el amor.
-Lo siento, madre – se disculpó.
– Minerva – debes buscar a tu padre – aprender de él. Que te enseñe a dominar tus poderes.
-Si te descubren, te atraparan – le advirtió.- Posees el don de teletransportarte.- le anunció
Madre e hija se abrazaron. Esa noche, tal vez sería la última en la que se volvieran a ver. Prometió que encontraría a su padre y le rescataría de la cueva en la que estaba atrapado. Había llegado el momento de que Minerva emprendiera un nuevo camino
Me han propuesto seguir la historia….Así que queda pendiente una continuación o convertirlo en varios capítulos para sacar un historia más larga, con mucho mas contenido.
Queda a la espera de ser continuada.
Me gustaMe gusta