Una vez en el barco, Andrea se fue a su camarote a descansar. Se tumbó y se dejó llevar por el cansancio que poco a poco se iba apoderando de ella. Sus párpados se cerraron lentamente hasta que finalmente su mente entró en un profundo sueño.
Los demás de la tripulación hicieron lo mismo.
Jimmy era el segundo capitán a bordo. Completamente diferente a Max en cuanto a relacionarse con la gente y en ser cordialmente amable. La tripulación deseaba que Max se recuperara y volviera a estar al cien por cien, pero hasta el momento, sería Jimmy quien estaba autorizado por Max a que siguiera el protocolo y fuera él quien le tocará el turno de estar al mando del timón. Jimmy siempre había tenido envidia de Max por ser el primero en estar al timón y el tener que encontrarse en el “banquillo”, a la espera de ser reclamado. Por ello siempre estaba de malhumor. Nadie comprendía lo que estaba pasando al ser considerado el segundo de la lista. El que hacían siempre a un lado.
Robert estaba recostado en su recámara pensando en Andrea. A diferencia de Andrea que se dejó vencer por el sueño, Robert no podía. Sus pensamientos estaban pensando en su compañera.
—Creo que me estoy enamorando —se dijo a sí mismo. Se frotó la cara con ambas manos intentando desviar ese pensamiento, en vano.
El recuerdo al abrazar a Andrea en la playa, resurgiendo de las tinieblas a las que se habían tenido que enfrentar. En ese preciso momento su corazón empezó a sentir algo por ella. No podía olvidar su aroma, desde el momento en el que por fin se volvieron a reencontrar.
Por otro lado, los pasajeros se acomodaron de nuevo, suspirando de alivio, al poder seguir su viaje y esta vez rezando en que no hubiera ningún otro contratiempo.
Darío, uno de los adolescentes, había cogido como recuerdo de la isla un huevo. Le llamó la atención y se lo guardó en el bolsillo de su chaqueta, sin tener consciencia de que en su interior una criatura se estaba formando.
De repente un grito en el interior del camarote de Andrea pudo oírse, llegando a los oídos de Robert. Su camarote estaba cerca del suyo…al igual que los demás tripulantes que trabajaban en él. Robert, decidió tocar a su puerta y la entreabrió encontrando a Andrea despierta, respirando con dificultad.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Robert, entreabriendo la puerta
—Si..o eso creo. —respondió Andrea. He tenido una pesadilla. Pero parecía tan real. Unos zombies me estaban persiguiendo. —le contó, mientras Robert le acercaba un vaso de agua, para que se despejara y pudiera respirar con normalidad.
—Todo ha pasado. Ya pasó —le respondió al ofrecerle el vaso
—Gracias Robert —no sé qué haría sin ti.
Ambos se miraron a los ojos y se dedicaron una tierna sonrisa.
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