Dylan decidió invitar a sus compañeros de trabajo a una cena en su casa. Con ellos siempre había tenido más de un enfrentamiento o disputa, por no estar de acuerdo. Aunque luego intentaban resolverlo. El trabajo se podía volver agobiante sobre todo si no había compañerismo. Cada uno miraba por sí mismo. En la mente de Dylan se le ocurrió celebrar una cena, desde el primer momento en que paseando por una galería de arte, sus ojos contemplaron la obra de la última cena de Da Vinci.

De súbito una idea empezó a rondar por su mente A raíz de aquella visita decidió invitar a sus compañeros de oficina con los que no se llevaba de la mejor forma, por lo dicho antes. El compañerismo llegó un momento en que empezó a decaer y todos llegaron a mirar por uno mismo, sin importar nada. Era difícil ir a trabajar, sabiendo que se encontraría con el repelente de Pedro o la sabelotodo de Caroline, que se era de las que hablaban mucho pero a la hora de la verdad no hacían nada. Mucho ruido y pocas nueces, como pensaba Dylan.

Sus compañeros, al recibir la invitación se sorprendieron bastante. Aunque aceptaron la invitación , dudando entre ellos si ir o no. Caroline es la que animó a los demás a ir. Ella encantada de ir a cualquier sitio y más si era invitada. Aunque no fuera de su agrada Dylan y tuvieran sus diferencias, iría de todas formas. Peter y los demás, accedieron a ir, seguidos por Caroline.

Peter se presentó con una botella de vino tinto mientras Caroline llevaba en sus manos unos bombones.
__Muchas gracias por venir __dijo Dylan mientras les hacía pasar al interior de la sala .
—Iré a poner el vino y los bombones en la nevera —aclaró.
Pasaron la velada lo más agradable, dentro de lo posible. Con risas falsas que saltaban a la vista. Al finalizar la cena extrajo el vino junto a los bombones que depositó en la mesa. Sirvió a cada uno, aunque Dylan permaneció sin beber..

Al cabo de un rato, empezaron a sentirse sus invitados mareados. Esa noche fue su última cena. El vino los había envenenado.

Anuncio publicitario