¡Cuántas veces no se oyó hablar! que el humano sería el siguiente en la lista. El culpable de tener que lidiar día a día y hacer frente a la cruda realidad que tantos años atrás, se fue avisando, sin éstos hacer caso. Ahora ya era demasiado tarde para echar la mirada atrás. No había remedio. A lo hecho pecho. Paul, se sentía resignado, pensando en que habían echado a perder el que era su mundo.
Un mundo de contaminación y destrozos. Ya no era el tener que ir por el mundo con una máscara para poder respirar oxígeno. También dolía en el pecho y en el alma todo los errores del pasado. Paul, se sentía culpable. El también era humano y también antaño se había reído de esas normas a seguir y ahora, observaba la última de las ramas que sostenía ese pobre árbol y decidió rendirse. Con ambas manos se quitó la máscara que le permitía respirar al exterior. Sin ella, la muerte estaba asegurada.