La muerte acechaba en la noche. Guarecida en los rincones más oscuros y ocultos de las calles estrechas, se ocultaba para no ser vista. Esperando a su presa, que le ofreciera alimento.
Sandra nunca había creído en las historias de seres sobrenaturales ni en la propia muerte. De hecho, no le temía. Ella, siempre se había sentido muy segura de sí misma y sabía que los mitos y leyendas urbanas eras cosas de críos. Mientras observaba como muchos de ellos, que debían tener su misma edad, rozando como máximo los veinte, aún festejaban Halloween como la fiesta de No muertos. El despertar de la muerte y seres que podrían salir de sus tumbas. Cada vez que los oía hablar, no entendía cómo podían creer o al menos poder celebrar como si de niños se trataran.
Cruzó la carretera sin mirar a ambos lados. Para entonces ya era demasiado tarde. Un coche no pudo frenar a tiempo y Sandra quedó en el suelo, sin pulso.
Steven se encontraba por la ciudad cuando vio a la joven atropellada, se arrodilló y le ofreció el mordisco que la conduciría a la inmortalidad. Sandra sorbió de la sangre que su creador le ofrecía y para entonces los que todos le daban por muerta. Ahora vagaba por las noches mientras de día se protegía de la luz solar. No volvería a dudar de quien se había convertido ni en que no existían lo seres sobrenaturales. En vampiresa se había convirtiendo.
Neus Sintes 