La capa de la oscuridad, by Neus Sintes

Halloween se aproximaba y muchos eran los que ya empezaban a preparar sus disfraces para la gran noche. Los más despistados, tuvieron que hacer cola en varias tiendas, para encontrar un disfraz que les gustara. Peter, había llegado tarde, como siempre y era uno de ellos que siempre tenía que correr para recorrer todas las tiendas en busca de alguna vestimenta que quedara y gustara. Quedaban accesorios y algún maquillaje de terror, incluso máscara. Pero no veía en ningún lugar un disfraz completo. Tenía que hacer algo, encontrar algo que simbolizara un disfraz, ya estaba cansado de recorrer todas las tiendas sin lograr su objetivo.

Estaba a punto de irse, cuando una capa negra de satén le llamó su curiosidad. Peter se encaminó en dirección a la capa y cuando estuvo a su altura, fue a cogerla para probársela pero la voz de la encargada le interrumpió.
— ¡Disculpe Joven, pero esa capa no está en venta. Es una capa de muestra — aclaró la encargada
— ¿Y no tienen alguna más parecida, que pueda venderme? — preguntó Peter.
— Lo siento. Esto es lo que tenemos. A estas alturas casi todo el mundo ya ha ido comprando disfraces y accesorios.

Frustrado ante la respuesta de la encargada, volvió a mirar la capa por última vez y se fue indignado. Cuando sostuvo el pomo de la puerta para irse, el reflejo de la capa vio moverse. Como si la corriente de un aire invisible la hubiera hecho balancear. El cansancio hacía meya en el y resultaba agotador despedirse de esa capa que tanto la había llamado la atención y que para más inri no estaba a la venta. El mundo le estaba gastando una mala broma. No quedaba nada para Halloween y el andaba sin disfraz ni accesorios que le describieran como todos los demás. Todos tenían disfraces menos él.

Enfadado, regresó a la tienda tras recapacitar en cómo adquirir la capa. Tenia que ser suya. Una fuerza más poderosa le arrastró hasta la tienda y mientras la encargada se encontraba ausente, cogió la capa, se la puso e huyó corriendo. Jamás en la vida había sentido la necesidad de hacer semejante locura. La capa se pegó a su cuerpo. A Peter le faltaba el aire y en un rincón de la calle palideció y se desmayó. A la medianoche,, abrió los ojos, aún pálido y su mirada había cambiado. Ahora tenía sed….

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