Billy es mi nombre, y atado me encuentro en un psiquiátrico por mi estado de salud mental. Soy un ser incomprendido, que anhelo mi liberación de este dolor que siento dentro de mi ser. Por las noches he empezado a aullar con fuerza, y han sido aullidos voluntarios, salidos de muy adentro de mi pecho. Me toman por un descerebrado sin solución, por sufrir de dolor. No me siento humano, me siento otro ser muy diferente a la realidad. Al escuchar estas palabras de mi boca, me han llevado a una habitación de paredes insonorizadas, y atado de muñecas y tobillos por la necesidad de escapar.
Desde que vi hace poco la luna llena en todo su esplendor, supe que era diferente al resto de mortales. Lo siento muy adentro, en el pecho, y eso me provoca un dolor que nadie puede imaginar. Ni tampoco creer. Ése el problema. La gente no me cree cuando hablo de mi necesidad de sentirme y actuar como si de un lobo fuese. Mi oído se ha desarrollado y aunque estén insonorizadas las paredes de esta fría habitación, les oigo susurrar, hablan de mi.
Billy cerró los ojos para poder o intentar descansar, aunque por la noche se sentía inquieto, nuevamente. Abrió los ojos repentinamente y sus pupilas se dilataron mientras su cuerpo cambiaba y adquiría una fuerza sobrehumana, pudiendo romper fácilmente las cadenas que lo sujetaban. Se irguió y sus manos y brazos habían adquirido una fuerza sobrehumana desconocida, de movimiento agiles saltó de la cama y su cuerpo se estaba transformando en un hombre lobo. El dolor punzante le cortaba la respiración, cuando sus facciones iban cambiando, sus músculos de la cara, nariz y boca.
Aulló a los cuatro vientos, lo más fuerte que pudieron sus pulmones. El doctor que le atendía entró solo en la habitación de Billy. El sería su primera víctima y su primer alimento esa noche. Pero Billy tenía más ansias de comer, y con la agilidad que ahora demostraba tener, saltó por la ventana a por su próxima víctima que se cruzara en su camino. Era libre..
Neus Sintes 
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