Todos los pasajeros habían regresado de un viaje en una nave virtual, parecida a la que usan los alienígenas en las películas de ciencia ficción. Cuando alguno de los pasajeros entraba en ella, la primera impresión era sorprendente, cada escalón estaba formado por diversas habitaciones. Al entrar el mundo se transformaba y te sentías como si en verdad estuvieras en el espacio. Lejos de la llamada Tierra.

Lejos de la realidad, cada pasajero virtual experimentaba diferentes situaciones en cada habitáculo. Uno de ellos, Peter quedó observando el lugar en el centro, pensando en qué dirección dirigirse. Había asistido porque sus amigos habían insistido en que fuera. Lo virtual no era muy de su agrado. Prefería no perderse en ese mundo de realidades virtuales, así como muchos lo hacían. Para no defraudar a sus amigos, cedió. No pasaría nada por ir. Al menos saldría de casa y eso si era una buena opción para acompañarlos.

Un pequeño pinchazo por detrás del brazo le hizo reaccionar, dejando sus pensamientos a un lado. Siguió caminando como los demás sin saber que su cuerpo poco a poco iba transformándose por dentro. Sentía de vez en cuando un arder en el pecho que le hacía ganas de tener calor, mucha calor. En otras ocasiones hasta hambre.
Cuando la ruta llegaba a su fin cada uno de ellos empezó a descender de vuelta al mundo Real. Los ojos de Peter se tornaron verdes, pero no era un tono cualquiera. Era llamativo y hasta empezó a dar miedo con su mirada. Los efectos empezaron a ser más notables. Peter se estaba transformando en una criatura que en la Tierra nunca habían visto.

__Soy Aliens, el octavo pasajero

Anuncio publicitario